Covid-19
El agua es una ruta de transmisión del virus altamente improbable.
Seguro que en algún momento os habréis sorprendido pensando en iros de vacaciones este verano a una playa con aguas cristalinas o con un velero surcando el Mar Mediterráneo. Pero de repente se os cruza otra imagen, donde aparece un microscópico virus flotando en el mar con un mojito, gafas de sol y usurpando nuestro derecho a zambullirnos en esa agua. Justamente son esas pesadillas, las que quiero disipar con las buenas noticias que os traigo en este blog, Quiero que disfrutéis de las mejores vacaciones de vuestra vida, porque os las merecéis y os las habéis ganado después de cumplir como unos jabatos el confinamiento que nos ha impuesto un diminuto ser vivo. Y por este motivo, os quiero contar lo mal que le sienta el elemento agua a este bicho tan tristemente célebre y conocido hasta la saciedad, que nos ha robado la libertad de elegir lo que queramos hacer.
«En general, los patógenos respiratorios no sobreviven en el agua«, explica Joseph Eisenberg, presidente del departamento de epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan, Estados Unidos. Este señor que es una eminencia en su campo, lo tiene claro. Son virus respiratorios y su hábitat natural son las fosas nasales, la saliva, los mosquitos, la garganta, pero no el agua. Se trasmite por el aire y siempre que estemos muy cerca del posible transmisor.
Asimismo, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU, no existe evidencia de que el virus que causa la enfermedad de COVID-19 pueda transmitirse a las personas a través del agua en piscinas, jacuzzis, spas o áreas de juegos acuáticos —sobre todo, porque el cloro en el agua debería neutralizar el virus.
Y que nos cuentan de los mares que rodean nuestras islas y costas, pues más de la misma evidencia. El agua de mar no es un caldo de cultivo para el virus, de hecho no le viene nada bien. Porque si tenemos en cuenta el efecto de dilución de la gran masa de agua del mar que reduce el virus a cantidades insignificantes y sumamos la presencia de la sal que es un inactivador natural de los virus, no le queda margen de maniobra para sobrevivir en un medio tan hostil para el bicho. Aunque le encanten los mojitos y bañarse en el mar.
Por tanto, donde estaría el mayor riesgo en nuestros mares. «El mayor riesgo de todas estas actividades sería interactuar con otras personas que están hablando, tosiendo o estornudando cerca». Es decir, volvemos a las mismas precauciones que hemos estado teniendo estos meses y esto no es nuevo para nadie. Sólo debemos mantener la vigilancia, cuando estemos con otras personas no conocidas en sitios donde no podamos mantener la distancia social suficiente. Y ahí interviene solo nuestra responsabilidad individual con llevar mascarilla siempre que sea necesario, evitar sitios donde haya gran concentración de personas y procurar siempre estar en espacios al aire libre y si no es posible, locales con buena ventilación. Otros de los factores que pueden preocupar es la permanencia del virus en la arena de las playas o riberas. Pero aunque no existen estudios experimentales al respecto, la acción conjunta de la sal del agua de mar, la radiación ultravioleta solar y la alta temperatura que puede alcanzar la arena, son favorables para la inactivación de cualquier agente patógeno.
Con estas recomendaciones espero haber disipado todas tus dudas y haberte ayudado a tomar la mejor decisión para que disfrutes de unas vacaciones en el mar con tus amigos o familiares alejados del mundanal ruido y dejando que el mar se lleve toda la sobrecarga de miedos, incertidumbres, ansiedades y emociones de todo tipo con su inmenso potencial sanador. Porque ya lo sabes, el origen de la vida en la Tierra procede de esa agua salada como nuestras lágrimas.